Seguidores
domingo, 11 de septiembre de 2011
Nunca he sentido nada como esto en mi vida.
Cuando lo ves todo perdido, como si no fueras a salir del agujero, cuando peor estás, cuando no ves la salida, y el futuro es negro. Entonces, aparece él, montado en su caballo blanco, vestido de azul, y te tiende su mano para rescatarte de ese infierno que estás viviendo. Quizá no sea para besarte, quizá solo quiere que seais amigos, pero él está ahí, para ayudarte, y para sacarte esa sonrisa día a día, para gastarte bromas tontas, y hacerte reír, para decirte: Yo te quiero. Aunque sea sólo como amigos, aunque sea eso, pero te ha tendido su mano, y te ha ayudado a seguir adelante. Y le miras, y te mueres de ganas de besarle, sí, pero no puedes, no te atreves, no quieres estropearlo, y paciente, esperas desde una esquina a que se de cuenta de lo que pasa por tu cabeza, de que no puedes esperar más, no más. Que le quieres, que le deseas, que estas ahí.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)